Las contracturas musculares son una de las dolencias más comunes que afectan a personas de todas las edades y estilos de vida. Se trata de una contracción involuntaria y prolongada de un músculo o un grupo muscular, lo que genera dolor, rigidez y dificultad para moverse con normalidad. Aunque no se considera una lesión grave, puede afectar significativamente el bienestar y la calidad de vida si no se trata a tiempo.
¿Por qué se produce una contractura muscular?
Cuando un músculo se contrae, debería poder relajarse de manera natural después del esfuerzo. Sin embargo, en el caso de una contractura, las fibras musculares permanecen en tensión, impidiendo que la sangre fluya adecuadamente. Esto provoca una acumulación de toxinas en la zona afectada y una sensación de dolor o incomodidad persistente.
Las causas pueden ser diversas y no siempre están relacionadas con el deporte. Una de las más comunes es la sobrecarga muscular, que ocurre cuando se realiza un esfuerzo excesivo o inadecuado, como levantar peso sin la técnica correcta o ejercitarse sin un calentamiento previo. Sin embargo, la falta de actividad física también puede generar contracturas, ya que los músculos no acostumbrados al movimiento pueden reaccionar con tensión ante cualquier esfuerzo inesperado.
Otro factor importante es la postura. Pasar muchas horas en la misma posición, como ocurre en trabajos de oficina o durante largos viajes, puede generar tensión muscular en la espalda, el cuello y los hombros. Además, el estrés y la ansiedad influyen en la musculatura, ya que cuando estamos sometidos a presión, tendemos a contraer involuntariamente ciertas zonas del cuerpo, lo que a largo plazo puede derivar en una contractura.
La hidratación y la alimentación también juegan un papel clave. La falta de agua y minerales esenciales como el potasio y el magnesio afecta la función muscular y puede aumentar el riesgo de sufrir contracturas. Por ello, mantener una dieta equilibrada y un buen nivel de hidratación es fundamental para la salud muscular.
Tipos de contracturas musculares
No todas las contracturas son iguales. Dependiendo de su origen y evolución, pueden clasificarse en distintos tipos. Algunas de las más comunes incluyen:
- Contractura por adherencia: Se produce cuando los músculos permanecen en una posición durante demasiado tiempo, lo que limita el movimiento y genera rigidez.
- Contractura por tejido cicatricial: Aparece tras una lesión o una cirugía, cuando el tejido cicatricial limita la movilidad del músculo.
- Contractura mioestática: Se genera por un movimiento brusco o una sobrecarga puntual, aunque suele resolverse con tratamiento adecuado.
- Contractura irreversible: En este caso, los tejidos musculares blandos se transforman en tejido óseo, lo que impide el movimiento y requiere atención médica especializada.
- Contractura pseudomioestática: Se produce debido a alteraciones en el sistema nervioso central, lo que hace que el músculo permanezca en un estado de contracción continua.
Tratamiento para las contracturas musculares
El tratamiento de una contractura muscular debe ser personalizado y dependerá de la causa y la intensidad del dolor. Sin embargo, existen diversas técnicas que pueden ayudar a aliviar los síntomas y prevenir su reaparición.
Uno de los métodos más efectivos es la terapia manual, que incluye masajes descontracturantes, estiramientos y técnicas de inhibición muscular para relajar la zona afectada. También se pueden utilizar tratamientos como la punción seca, que consiste en la inserción de una aguja en el punto de tensión muscular para liberar la contractura y mejorar la circulación en la zona.
Prevención de las contracturas musculares
Prevenir una contractura muscular es mucho más fácil que tratarla. Para evitar su aparición, es importante adoptar hábitos saludables como mantener una buena higiene postural, especialmente si pasas muchas horas sentado o realizando esfuerzos repetitivos. Realizar pausas activas durante la jornada laboral y estirar regularmente los músculos puede ayudar a reducir la tensión acumulada.
El ejercicio es otro factor clave en la prevención. Practicar actividad física de manera regular, asegurándote de calentar antes y estirar después de cada sesión, ayuda a mantener los músculos flexibles y resistentes. Del mismo modo, llevar una dieta equilibrada y una hidratación adecuada es fundamental para evitar desequilibrios que puedan afectar el funcionamiento muscular.
Por último, controlar los niveles de estrés y ansiedad también es esencial, ya que la tensión emocional puede manifestarse en el cuerpo en forma de contracturas. Actividades como el yoga, la meditación o simplemente dedicar tiempo al descanso pueden marcar la diferencia en la salud muscular.


Fisioterapeuta en Jaén para contractura muscular
Si crees que puedes estar sufriendo una contractura muscular, lo mejor es que solicites cita con tu fisioterapeuta en Jaén. No es recomendable que las trates por ti mismo, ya que los masajes o medicamentos pueden ser contraproducentes.
El fisioterapeuta evaluará tu caso y te propondrá el mejor tratamiento adaptado a tu caso. Siempre es recomendable ir con periodicidad a un fisioterapeuta para que realice masajes. Más aún cuando se sufre una contractura. Los masajes realizados por profesionales ayudan a recuperar el movimiento, relajar el músculo, reducir el dolor y fortalecer los músculos, además previene futuras contracturas.
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